Sociedad de la información:
En la última década, "sociedad de la información" es sin duda la expresión que se ha
consagrado como el término hegemónico, no porque exprese necesariamente una
claridad teórica, sino gracias al bautizo que recibió, en las políticas oficiales de los
países más desarrollados y la coronación que significó tener una Cumbre Mundial
dedicada en su honor.
Los antecedentes del término, sin embargo, datan de décadas anteriores. En 1973, el
sociólogo estadounidense Daniel Bell introdujo la noción de la «sociedad de
información» en su libro El advenimiento de la sociedad post-industrial, donde
formula que el eje principal de ésta será el conocimiento teórico y advierte que los
servicios basados en el conocimiento habrían de convertirse en la estructura central
de la nueva economía y de una sociedad apuntalada en la información, donde las
ideologías resultarían sobrando.
Esta expresión reaparece con fuerza en los años 90, en el contexto del desarrollo de Internet y de las TIC. A partir de 1995, se lo incluyó en la agenda de las reuniones del
G7 (luego G8, donde se juntan los jefes de Estado o gobierno de las naciones más
poderosas del planeta). Se ha abordado en foros de la Comunidad Europea y de la
OCDE (los treinta países más desarrollados del mundo); también lo adoptaron el
gobierno de Estados Unidos, así como varias agencias de Naciones Unidas y el Grupo
Banco Mundial. Todo ello con gran eco mediático. A partir de 1998, fue escogido,
primero en la Unión Internacional de Telecomunicaciones y luego en la ONU, para el
nombre de la Cumbre Mundial a realizarse en 2003 y 2005.
En este contexto, el concepto de "sociedad de la información", como construcción
política e ideológica, se ha desarrollado de la mano de la globalización neoliberal, cuya
principal meta ha sido acelerar la instauración de un mercado mundial abierto y
"autoregulado". Política que ha contado con la estrecha colaboración de organismos
multilaterales como la Organización Mundial del Comercio (OMC), el Fondo
Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, para que los países débiles
abandonen las regulaciones nacionales o medidas proteccionistas que "desalentarían"
la inversión; todo ello con el conocido resultado de la escandalosa profundización de
las brechas entre ricos y pobres en el mundo.
En este contexto, si bien las tecnologías de la comunicación han sido un factor clave
en la aceleración de la globalización económica, su imagen pública está más asociada
a aspectos más "amigables" de la globalización, como Internet, telefonía celular e
internacional, TV por satélite, etc. Así, la sociedad de la información ha asumido la
función de "embajadora de buena voluntad" de la globalización, cuyos "beneficios"
podrían estar al alcance de todos/as, si solamente si pudiera estrechar la "brecha
digital".
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